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Rostros nuevos, errores viejos

 En cada campaña electoral, el elector peruano confía en alguien diferente o un rostro nuevo. La promesa de cambio, tan repetitiva e ingenua, se instala en cada elección. Y, aunque la reelección de alcaldes y gobernadores ya no será posible, por ahora, es una manera de impedir la corrupción para algún sector de la población y políticos populistas. ¡Rostros nuevos, errores viejos!  

La evidencia concreta es que la no reelección no trajo ni renovación ni gobiernos eficaces y mucho menos disminuyó la corrupción. Los rostros nuevos tampoco dieron la talla para estar a la altura de las circunstancias donde tan solo fueron rostros nuevos con errores viejos. 

La apatía política y desconfianza ciudadana se acentúa cada día más. Muchos recordamos de políticos que llegaron a sus cargos con una mano adelante y otra atrás, y después terminaron su mandato con lujos y poder económico. La idea de los “nuevos ricos” de la política alimenta el concepto de que todo aquel que ingresa a la política lo hace para enriquecerse. 

No obstante, prohibir la reelección de autoridades imposibilita la idea de construir una carrera política a mediano y largo plazo. Gobernar es una tarea compleja y difícil que no se aprende en poco tiempo ni tampoco el entusiasmo es la solución a problemas reales de la gente. La formación política implica visión de gobierno y la experiencia debería ser valorada.  

El problema no es la reelección en sí misma, sino la falta conciencia política, la debilidad de los partidos y la casi nula fiscalización ciudadana. Cambiar de rostro no equivale a cambiar de rumbo. Lo hemos visto una y otra vez: Alejandro Toledo, Ollanta Humala, PPK, Pedro Castillo todos irrumpieron como los nuevos rostros en política y terminaron, unos en escándalos y prisión, otros en el olvido y varios en el repudio.  

La juventud tampoco garantiza nada. La novedad trae frescura, pero sin preparación y experiencia, termina en improvisación. El caso del joven alcalde de Huancayo, Denys Cuba, es un ejemplo de que la edad no siempre va de la mano con la eficacia, la transparencia o el liderazgo que se espera de un gobernante. ¡Rostros nuevos, errores viejos!

Domingo, 22 de junio del 2026
Diario Correo

La cibermilitancia

La batalla de la cibermilitancia 

El 2025 será un año decisivo para la estabilidad democrática del Perú. Elegiremos a un nuevo presidente, un Congreso renovado con diputados y senadores, y posteriormente a gobernadores, alcaldes y regidores. En medio de esta nueva batalla electoral que surgirá, surge un concepto ignorado por los políticos: la cibermilitancia. ¡La batalla de la cibermilitancia!

La cibermilitancia no debe ser considerado como algo accidental donde se puede o se quiere, es una necesidad estratégica y no moda tecnológica. El terreno de batalla política ha cambiado. Las calles, antes tomadas por caravanas y mítines masivos, hoy son sustituidas por timelines, podcasts y transmisiones en vivo. 

El activismo tradicional, con banderolas y megáfonos pierde impacto frente a los algoritmos digitales. El nuevo elector no quiere reuniones partidarias ni pasacalles que paralicen el tránsito. Quiere información rápida en su teléfono móvil de manera clara. 

Muchos políticos aún no han comprendido el poder de la cibermilitancia y continúan con fórmulas de la vieja política, creen que un mitin en un parque equivale a conexión con el ciudadano. Quizás no se dan cuenta que los debates están en TikTok, y que un podcast bien producido tiene más impacto y que ya desplaza a cabinas de radio y televisión.  

Sin embargo, existe un reto digital que va más allá de solo estar en redes sociales. La cibermilitancia no es llenar Facebook con fotos de campaña. La idea es construir comunidades digitales que debatan con personas reales y no con trolls. No se trata de contratar a jóvenes para que compartan publicaciones. Se trata de formar militantes digitales que crean, comprendan y difundan convicciones. 

La apatía política es consecuencia de un modelo que ya no responde a la nueva sociedad. La cibermilitancia puede ser el puente para reconectar con una ciudadanía cansada, escéptica pero no indiferente. Porque, aunque los políticos se alejen del pueblo, la gente se comunica a través de memes y comentarios en redes. ¡La batalla de la cibermilitancia!

Domingo, 15 de junio del 2025
Diario Correo

Hipoteca política

Hipoteca política

Es claro que, en política como en los negocios, no hay lonche gratis. Cada apoyo, cada financiamiento económico o cada respaldo mediático es una inversión con cierta expectativa de retorno. Así como en el sistema financiero una hipoteca implica una garantía que respalda un préstamo, en la política si se entregan favores se esperan beneficios. El problema surge, cuando no se cumple con lo pactado y aparece la “hipoteca política”.

La reciente pelea entre Donald Trump y Elon Musk es un ejemplo de hipoteca política. Durante la campaña electoral del 2024 en Estados Unidos, el multimillonario apoyó abierta y furibundamente a Trump, tanto con su imagen personal y millones de dólares. Fue una relación de conveniencia que ayudó a Trump a suavizar su imagen y reconquistar la Casa Blanca. Pero como toda hipoteca, las notificaciones y reclamos aparecen cuando hay incumplimiento de pago.

La amistad convenida se deterioró rápidamente y los ataques no tardaron en llegar. Musk acusó a Trump de estar vinculado a oscuros expedientes judiciales, mientras que el mandatario respondió el ataque con amenazas directas a los negocios del empresario dueño de Tesla (Autos eléctricos y Tuiter). Lo que fue un acuerdo político terminó en una guerra a través de redes sociales.

Durante una campaña electoral, los políticos se ven tentados a aceptar apoyo de quien sea con tal de ganar, incluso están dispuestos a dar la mano a Dios y al diablo al mismo tiempo. Sin embargo, como en todo préstamo, llega un momento en el que hay que pagar. Y si hay incumplimiento de pago, el que prestó no perdonará.

Por otro lado, los empresarios, deben comprender que el poder político no se maneja como una empresa. No basta con invertir para controlar y esperar retorno de inversión ya que los políticos tienen su propia agenda y sus propias lealtades.

En política no hay «lonche» gratis, y cada favor se convierte en una factura que, tarde o temprano deberá cancelarse. Cuando un político firma una “hipoteca política” debe estar dispuesto a pagar, incluso si ese precio es la traición.

Domingo, 8 de junio del 2025
Diario Correo

El ego y vanidad política

El ego y vanidad política

Las campañas electorales ya comenzaron y parece que se convertirán en un desfile de egos, donde cada candidato buscará ganar notoriedad antes que comunicar, y quizás cámaras y micrófonos antes que empatía. Con más de 40 agrupaciones políticas en carrera para las elecciones presidencial del 2026, lo que viene no será debate de ideas programáticas, sino una batalla de protagonismos, en la que muchos pretenden ser escuchados sin tener nada real que decir. ¡El ego y vanidad política!

Phillip Butters, es un conductor de radio y televisión que ha anunciado su intención de postular a la presidencia. Butters representa un estilo irreverente y confrontacional en nuestra política para tener tribuna política. Trabajar durante años ante una cámara o un micrófono no es sinónimo de saber gobernar, y mucho menos de saber escuchar. Su estilo de confrontación, más cercano al monólogo que al diálogo, podría tener audiencia, pero no necesariamente respaldo electoral porque también se necesita musculo político.

En política, como en la vida, hablar solo de uno mismo es la mejor manera de perder atención de nuestro interlocutor. Imaginemos una cita en la que alguien se dedica a presumir de sus logros sin interesarse por la opinión de su acompañante. Lo más probable es que la conversación acabe pronto, y con mal recuerdo. Lo mismo ocurre entre candidatos y ciudadanos: si el político no muestra interés por lo que preocupa a la gente, este simplemente no lo escuchará.

Y es que el gran error de muchos candidatos que suponen que comunicar es solo informar, cuando en realidad comunicar es conectar y convivencia. Es escuchar tanto como hablar, comprender tanto como exponer. En la campaña del 2021, candidatos como Rafael López Aliaga o Hernando de Soto tuvieron fuerte presencia en medios de comunicación, pero fue Pedro Castillo, sin mayor presencia en medios, quien logró conectar con sus electores lo que otros no vieron o despreciaron.

El ego y vanidad política, ese afán por ser aplaudido, genera una distancia innecesaria que aleja al ciudadano. Porque quien solo se escucha a sí mismo, jamás podrá representar a otros. Los electores no buscan superhéroes mediáticos o intelectuales altamente preparados, sino personas dispuestas a hablar menos y escuchar más. ¡El ego y vanidad política!

Domingo, 1 de junio del 2025
Diario Correo

EL voto rebelde desafía a las encuestas