No es odio, es olvido

0
31

En el Perú no odiamos a nuestros políticos, simplemente olvidamos sus acciones. En un país donde la indignación se diluye tan rápido como se viraliza un meme, el verdadero problema no es la corrupción, la mentira o el oportunismo político, sino la corta memoria colectiva que normaliza estados de ánimo. La ciudadanía no es indiferente por falta de información, sino por exceso de ella y carencia de conciencia crítica.

Tenemos una sobrecarga de información sin precedentes. Las redes sociales han convertido al teléfono móvil en una extensión de nuestro cuerpo. Conscientes de los escándalos, memes, audios filtrados y titulares escandalosos, muchos peruanos creen estar “informados”, cuando en realidad solo están distraídos. La conciencia política ha sido reemplazada por la inmediatez emocional.

Una reciente encuesta de IPSOS Perú muestra un dato revelador: el 59% de los encuestados considera que Pedro Castillo fue víctima de un golpe de Estado y responsabiliza al Congreso. ¿Memoria selectiva? ¿Ignorancia deliberada? Quizás simplemente es una forma de procesar una realidad política tan caótica que resulta más cómodo construir narrativas de victimización política.

En el Perú, el pasado político no pesa. Ni los errores, ni los delitos, ni las traiciones impiden que un político vuelva al poder o que su apellido regrese a gobernar. Manuel Prado Ugarteche, por ejemplo, fue presidente en dos ocasiones pese a que su padre, Mariano Ignacio Prado, arrastraba una sombra histórica de corrupción en plena guerra con Chile. ¿Amnesia social o constante política?

Así, los políticos peruanos no temen al juicio ciudadano, porque saben que este dura lo que dura una tendencia en redes. No necesitan redimirse; basta con esperar. La desmemoria hace el resto. La indignación se diluye, el escándalo se supera, y el siguiente ciclo electoral abre nuevamente las puertas al reciclaje de candidatos en otro partido como vientre de alquiler.

¿Es culpa de la gente? En parte sí. Pero también es consecuencia de una educación política precaria y una cultura cívica histórica que nunca se terminó de construir. No es odio. Es olvido. Y en el olvido florece la impunidad.

Domingo, 11 de mayo del 2025
Diario Correo

Gracias por compartir

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí