El candidato favorito que nunca gana 

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En cada proceso electoral suele afirmarse que la gente se subirá al carro ganador. Se comenta de modo ligero, que la gente al ver encuestas que colocan a un candidato en primer lugar, los votantes se inclinarán en esa tendencia. Sin embargo, la realidad política en América Latina parece demostrar todo lo contrario. Estar primero en las encuestas no garantiza nada y, en algunos casos, se convierte en un arma de doble filo. ¡El candidato favorito que nunca gana!

Las encuestas cumplen un rol importante como una radiografía para el médico, pero carecen de utilidad cuando detrás no existe una estrategia adecuada. Tal como al entregar una tomografía a un paciente sin la interpretación de un médico que recete el tratamiento adecuado. Los números pueden entusiasmar a los equipos de campaña y atraer apetitos de poder, pero no reemplazan el contacto real con la ciudadanía.  

El reciente caso en Bolivia es un ejemplo claro sobre sus elecciones generales 2025. Todo indicaba que Samuel Doria era el favorito. Durante semanas encabezó las encuestas y se hablaba incluso de un empate técnico con Jorge “Tuto” Quiroga. Pero el día de las elecciones, todo cambió. Doria ni siquiera alcanzó la segunda vuelta y, en su lugar, apareció en el primer lugar Rodrigo Paz Pereira, que hasta hacía poco figuraba en tercer o quinto lugar. ¿Fallaron las encuestadoras? ¿La gente cambió de opinión a última hora? Probablemente fueron varios factores, pero, sobre todo, evidencia de que la política no se define en papel estadístico sino en el terreno estratégico.  

En Perú tenemos ejemplos similares. Los líderes de encuestas presidenciales rara vez se coronan como ganadores. Alejandro Toledo, Ollanta Humala, Keiko Fujimori, George Forsyth o Yonhy Lescano supieron lo que es ser favoritos a un año antes de la elección porque al final fue más que un espejismo. 

La lección política es clara: nada está dicho hasta el día de las elecciones. La gente no solo vota por quien cree que ganará, sino también quien le inspira confianza, simpatía, sea débil, o que representa sus frustraciones o le ofrece una narrativa de cambio. 

En política, la estrategia es fundamental, y las encuestas, permite tener la lectura o pulsaciones de la percepción de la gente durante el proceso electoral. Y, no predicen el futuro. ¡El candidato favorito que nunca gana!

Domingo, 30 de agosto del 2025
Diario Correo

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