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Días de gloria y de penumbra

Recientemente, estuvo en cartelera peruana la película que retrata la vida del militar y político francés, Napoleón Bonaparte. Resulta intrigante cómo la revisión histórica puede arrojar luz sobre el presente. En el caso del líder francés, su ascenso al poder y posterior caída, especialmente al intentar conquistar Rusia en un invierno implacable, nos ofrece una perspectiva que resuena de manera sorprendente con la realidad política peruana.

Napoleón, tras extender su dominio sobre gran parte de Europa, se enfrentó a su propia derrota al intentar invadir Rusia en condiciones climáticas adversas. Este hecho marcó el principio del fin para él, culminando en su encarcelamiento en una isla lejana, lejos de la patria que una vez gobernó, sumido en la más profunda soledad.

Similarmente, en el contexto político peruano, surge la reflexión del politólogo argentino Mario Riorda: «No sé si en Perú es muy buena la justicia o extremadamente mala la política». Las recientes experiencias de expresidentes peruanos, como Alberto Fujimori, Alejandro Toledo, Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski y Pedro Castillo, revelan un patrón intrigante. A pesar de haber alcanzado la cúspide del poder democráticamente, muchos de ellos enfrentan actualmente días de aislamiento en prisión presidenciales.

Estos líderes, en su momento, fueron respaldados por seguidores y rodeados de aduladores, pero en la actualidad queda en el recuerdo la sensualidad del poder que alguna vez disfrutaron. La política peruana parece atrapar a sus líderes en un ciclo de gloria efímera seguida de caída abrupta.

La historia aún no ha emitido su juicio definitivo sobre estos líderes, pero surge una lección clara para aquellos que aspiran a ingresar a la política. El poder político es fugaz y puede transformarse en soledad y aislamiento en un abrir y cerrar de ojos.

En última instancia, la película de Napoleón no solo ofrece un vistazo al pasado, sino que también proyecta una sombra que ilumina el presente político peruano. Que esta conexión histórica sirva como recordatorio para los actuales y futuros líderes: el poder es efímero, pero la huella que dejan en la historia perdura.

Domingo, 07 de enero del 2024

El símbolo partidario

El espectáculo político no da tregua ni siquiera en los últimos días del año. La radio fue testigo de un enfrentamiento verbal entre Arnoldo Mallma, candidato regional, y Carlos Arredondo, ex candidato provincial de Huancayo, ambos representantes de la agrupación política «Junín Renace». Pero, ¿cuál fue la chispa que encendió esta contienda política? Al parecer, la propiedad del símbolo partidario, ni más ni menos que la “bicicleta”. ¡El símbolo partidario!

En el ajedrez electoral, el símbolo político de un partido es la pieza clave para una victoria. No es un secreto que un símbolo partidario fácilmente identificable conlleva una recordación sencilla de la marca partidaria. En términos de marketing político, un buen producto respaldado por una marca fuerte tiene más posibilidades de éxito. Así como un producto mediocre con una marca desconocida tiene la derrota asegurada.

En este tablero, los políticos no son ajenos a la necesidad de contar con una marca partidaria que resuene en la memoria colectiva. Es un juego de asociaciones donde el electorado debe conectar al candidato con su respectiva marca. Sin embargo, este delicado equilibrio se ve amenazado cuando surgen acusaciones de intento de apropiación del símbolo partidario, como en el caso de Mallma y Arredondo.

No sabemos en qué terminará esta batalla, pero lo cierto es que la población tiene sus propias inquietudes y, probablemente, no esté prestando toda la atención a las disputas internas de estos dos contendientes. En medio de la vorágine de la vida cotidiana, las preocupaciones ciudadanas son vastas y variadas, y es posible que las acusaciones mutuas de ambos políticos pasen desapercibidas.

Además, existe el riesgo de que, al llevar sus desavenencias a los medios de comunicación, Mallma y Arredondo se conviertan en dos calvos peleando por un peine. La metáfora gráfica es clara: una disputa sin sentido, donde el premio es escaso y la atención del público, efímera. En lugar de sumar adeptos, podrían perder el interés de la población. La política es, en esencia, la búsqueda del respaldo popular, y esta disputa podría distraer a la población. Si ambos contendientes persisten en este duelo mediático, corren el riesgo de que sus aspiraciones políticas se vean comprometidas.

Domingo, 31 de diciembre del 2023

Huancayo sin perspectiva política

La ciudad de Huancayo, una de las más importantes del Perú, se encuentra sumida en un caos que refleja no solo la falta de ordenamiento municipal, sino también la ausencia de una perspectiva política definida. En medio de protestas que brotan en las calles, surge una interrogante crucial: ¿dónde está la visión de desarrollo para Huancayo?

Las promesas electorales del actual alcalde, Denys Cuba, en favor de apoyo para el comercio ambulatorio se manifiestan durante las ferias de fin de año. Sin embargo, lo que presenciamos es un Huancayo en desorden, con calles congestionadas por el caos vehicular y un comercio ambulatorio que se manifiesta como una expresión de promesa electoral.

Es innegable que el respaldo electoral del alcalde Cuba, con poco más del 27%, constituye un desafío importante. Este panorama adverso debería haberse traducido en un esfuerzo redoblado no solo para llevar a cabo una gestión eficaz, sino también para comunicar de manera efectiva las acciones emprendidas. Informar no es lo mismo que comunicar, y es aquí donde pareciera estar el otro problema de fondo.

La falta de comunicación efectiva por parte del alcalde no solo oscurece su gestión, sino que también afecta la legitimidad política que tanto necesita. Cuando un líder llega al poder, la comunicación gubernamental adquiere una relevancia infinita; no se limita a la duración de su mandato, sino que perdura en el tiempo, evaluándose el impacto de su trabajo en el futuro, cuando ya no ostente el cargo.

El hecho de que Huancayo carezca de una perspectiva política clara es preocupante. Los ciudadanos merecen conocer las metas y objetivos a largo plazo que guiarán el desarrollo de su ciudad. Un alcalde poco comunicativo no solo priva a la gestión de su brillo, sino que también debilita la conexión entre el gobierno local y la población.

Cuando los políticos olvidan que la comunicación, no simplemente la información, es esencial para una estrategia política exitosa, corren el riesgo de perder más de lo que ganaron al asumir el cargo. Las promesas de «obras son amores» y «hechos y no palabras» son insuficientes si no van acompañadas de una estrategia política y de comunicación.

La falta de perspectiva política no solo se traduce en caos actual, sino que amenaza con oscurecer el futuro de una ciudad que merece brillar con luz propia para todo el Perú.

Domingo, 24 de diciembre del 2023

Tragedia del clientelismo político

El desencanto ciudadano hacia el parlamento peruano alcanza niveles alarmantes, superando el 83% de rechazo. Este repudio no surge de la nada; es el resultado de una clase política que, a pesar de la desaprobación general, persiste en utilizar alianzas con el gobierno para obtener beneficios legislativos a medida de sus intereses.

Uno de los principales males que mina la confianza ciudadana es el sistema de designación de candidatos en los partidos políticos. En teoría, la elección a través de delegados debería garantizar la selección de los mejores representantes. Sin embargo, en la práctica, este proceso fomenta el clientelismo político por las cupulas partidarias.

La última legislatura presenció el desdén de los parlamentarios por las elecciones primarias, una herramienta de reforma política ya legalmente establecida, pero que fue ignorada en dos ocasiones cruciales: las elecciones presidenciales de 2021 y las regionales y municipales de 2022. La falta de voluntad política, tanto de izquierdas como de derechas, para impulsar esta reforma refleja la resistencia al cambio y continuar con prácticas de clientelismo político.

El rechazo ciudadano a sus gobernantes se debe a la falta de legitimidad política de los representantes y tiene una causa central: la elección poco transparente y poco democrática de los candidatos. A diferencia de países con sólidas instituciones democráticas, como Estados Unidos, donde la transparencia y la legitimidad son pilares fundamentales. En el Perú, persiste una cultura política que prefiere mantener el status quo.

El desafío político radica en superar la inercia de un sistema con vicios políticos que democratice la elección de candidatos. Si la voluntad política no se materializa para construir una institucionalidad más robusta y participativa, el riesgo es que la ciudadanía continúe sin encontrar en sus gobernantes la legitimidad política que anhela. La democracia peruana está en una encrucijada, y la elección es clara: evolucionar o sucumbir ante la persistencia de más de lo mismo. ¡Si se quiere resultados diferentes, porqué se persiste en hacer el mismo procedimiento político!

Domingo, 17 de diciembre del 2023