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Ataque a los trenes de Porky 

¿Si el ataque es político, la respuesta debe ser política? A veces. Rafael López Aliaga, alcalde de Lima, ha puesto sobre rieles el transporte ferroviario que puede ser posible para Lima Este. Con la donación de 90 vagones y 20 locomotoras, “Porky” no solo ha movido maquinaria pesada, sino también la agenda mediática y de sus adversarios políticos, y lo más importante logró que la gente ingrese a la conversación. ¡Ataque a los trenes de Porky!

Cuando un político logra que la gente hable de una propuesta suya, y no solo de su personaje, está logrando comunicarse. En Lima Este, donde el trayecto desde Chosica, Ñaña o Huaycán hacia el centro de Lima es una odisea de dos o tres horas en medio del tráfico y contaminación, lo que menos interesa es la pelea entre políticos. Lo que importa a la gente es si alguien, por fin, va a solucionarles ese infierno. 

Los trenes de Porky han sido blanco de críticas. ¿Y si lo que parece un ataque, termina en publicidad gratuita? En política, cuando los adversarios con alta carga negativa atacan, pueden generar un efecto contrario: empatía y solidaridad con el atacado. En tiempos de redes sociales la gente no siempre se alinea con la opinión de periodistas, youtubers y políticos de oposición. La conversación cotidiana va más allá, en los chats familiares, en los memes virales y en los videos de TikTok. 

Porky no puede ser un político simpático, ni el más diplomático. Tiene un estilo confrontacional, su retórica de “prensa mermelera” despiertan odios. Sin embargo, con este tema de los trenes ha sabido conectar con una necesidad real y concreta. Si el tren es una realidad, habrá ganado más que una batalla mediática: habrá dado un paso decisivo en su legitimidad política. Si fracasa, será un búmeran peligroso, como ocurrió con el tren eléctrico de Alan García en su primer gobierno.  

Lo cierto es que nadie salió a protestar cuando Fujimori no apoyó las obras de ese tren. La gente no se moviliza por promesas truncas. Se moviliza por soluciones reales. Por eso, el ataque a los trenes de Porky podría ser, paradójicamente, su mejor jugada: lograr que la gente vuelva a hablar de política desde su experiencia y no desde la agenda de los políticos. ¡Ataque a los trenes de Porky!

Domingo, 20 de julio del 2025
Diario Correo

Política y apatía digital

Política y apatía digital

¿Realmente todo lo viejo fue mejor? Es retador pensar que sí, sobre todo cuando recordamos con nostalgia el pasado, pero la política tampoco escapa al paso del tiempo. Hace veinte años, cuando comenzó las campañas de Alan García y Ollanta Humala para las elecciones del 2006, los peruanos todavía nos informábamos a través de medios tradicionales como la televisión de señal abierta, algunos diarios y dos emisoras radiales con alcance nacional. ¡Política y apatía digital¡

Hoy, el contexto es totalmente diferente. El teléfono móvil se convirtió en la nueva ventana al mundo, y cada elector lleva en el bolsillo un dispositivo con acceso a un mar de información. Y, esta particularidad informativa lo cambia todo.  

Sin embargo, tener más información no significa estar mejor informados. Lo que llega a nuestras pantallas ya no lo decide un editor, sino el algoritmo de la red, ese ente invisible que prioriza lo que gusta, entretiene o indigna, antes que lo que forma, contextualiza o educa conciencia política. Las conversaciones familiares han sido desplazadas por memes y escándalos mediáticos.  

El cambio se dio porque la audiencia ha crecido. En 2006, había poco más de 16 millones de electores; hoy se superan los 27 millones. Diez millones de nuevos votantes, más urbanos, más digitales y, sobre todo, más desconfiados. Esta nueva masa electoral no sigue consignas ni atiende llamados de liderazgos tradicionales. Las tribus políticas, sindicales o partidarias, que alguna vez movilizaron multitudes, han quedado relegadas a la nostalgia. Lo que mueve hoy a las personas no es la ideología, sino la emoción pasajera y el hartazgo acumulado. 

Dina Boluarte es un claro ejemplo, ya que es una presidenta impopular. Y, lo más grave no es la desaprobación presidencial, sino la indiferencia de la gente que no le importa la política. En el pasado, una crisis de legitimidad hubiera movilizado las calles. Hoy, apenas la protesta se queda en la opinión de algunos periodistas, mientras la gente muestra su indiferencia en las urnas. 

¿Todo lo viejo fue mejor? No necesariamente. Hay algo que queda claro: la política, tal como la conocimos, ya no basta para explicar lo que está pasando. La verdadera pregunta no es si el pasado fue mejor, sino si el presente tiene futuro con ciudadanos que optan por el desinterés y sin conciencia política. ¡Política y apatía digital

Domingo, 13 de julio del 2025
Diario Correo

La desconfianza de una encuesta

La desconfianza de una encuesta  

Si en algún momento nos sentimos enfermos, lo lógico es acudir a un médico. Es muy difícil que con el pasar de un huevo por la cabeza o realizar rituales mágicos se obtendrá la cura. El médico solicitará análisis como una radiografía o un hemograma y con esa evidencia entregará un diagnóstico. Así funciona la ciencia.¡La desconfianza de una encuesta!

En la política, las encuestas son una suerte de análisis o radiografía social. Claro, pueden ser herramientas imperfectas, pero son necesarias. Nos dan una fotografía del de la percepción de la población. Pero a diferencia del paciente que confía en su médico, muchos políticos desprecian las encuestas.  

Un caso fue el de la presidenta Dina Boluarte, quien, frente a resultados adversos, no dudó en criticar las encuestas: “Pónganme cero y nos vamos a penales a ver quién mete más goles”. Como si los números fueran caprichos y no señales de alerta sobre una desconexión social. “El dato mata el relato” 

No obstante, debido al descrédito de algunas empresas encuestadoras hace que se desconfié de los resultados. Por ejemplo, en Perú, quien lidera en los sondeos rara vez gana la elección. Lourdes Flores en 2006, Alejandro Toledo en 2011, Keiko Fujimori en 2016 o Jonhy Lescano en 2021 son una prueba. Pero esos resultados no invalida la técnica porque el electorado peruano cambia de opinión a último momento y no tiene lealtad política.  

Una encuesta no predice el futuro. Sirve para diagnosticar y diseñar una estrategia de campaña. Como una prueba médica, no cura, pero ayuda a encontrar el tratamiento o el medicamento. El error está en creer que una buena encuesta gana votos o que una mala encuesta es un ataque. 

¿Hay encuestadoras poco serias? Por supuesto. Algunas trafican con ilusiones y venden ubicaciones como si ofrecieran un lugar en el podio. Recuerdo que a una candidata le ofrecieron estar en los primeros puestos, y el precio bajaba conforme pasaba las semanas.  

Las encuestas cumplen el rol de ofrecer una brújula en medio del camino. Pero como toda brújula, solo es útil si el navegante decide leerla con sensatez y profesionalismo.¡La desconfianza de una encuesta!

Domingo, 6 de julio del 2025
Diario Correo

La espada del poder

La espada del poder  

Mientras los peruanos buscan entretenerse en TikToks y memes, se desarrolla una verdadera guerra por el control de la Fiscalía de la Nación. No es solo una pugna burocrática ni una batalla legal entre Patricia Benavides y Delia Espinoza. Es, en realidad, el síntoma de una precaria institucionalidad y escenario de disputas políticas. ¡La espada del poder!

Lo ocurrido recientemente sobre el fallido regreso de Patricia Benavides, y el desacato de Delia Espinoza a la Junta Nacional de Justicia, y la contraofensiva legal para suspender nuevamente, en cuestión de horas, a la exfiscal revela una verdad incómoda: la justicia no es igual para todos.  

Pareciera que el Ministerio Público se convirtió en un campo de batalla legal donde se define quién controla los hilos del poder de turno. Quien domina la fiscalía puede decidir qué caso se acelera o no, a quién se acusa, y con qué velocidad.  

En un país donde la prisión preventiva se ha usado como moneda corriente, tal como ocurrió con Alan García, Keiko Fujimori y Ollanta Humala con Nadine Heredia, el poder fiscal equivale a tener una espada afilada sobre la política. ¡Cuidado! Cuando esa espada se utiliza a diestra y siniestra con intenciones políticas puede resultar contraproducente. ¿Lo dudan? Revisen algo de historia sobre lo que sucedió a Danton y Robespierre en la Revolución Francesa.    

La justicia no pude ser entendida cual trinchera legal donde no se trata de aplicar la ley, sino de ganar. Y quien gana no necesariamente tiene la razón jurídica, sino que detenta más influencia mediática, económica o respaldo político. El fiscal se convierte en actor político, y su cargo, en una pieza del ajedrez del poder. 

Las redes sociales han amplificado aún más la guerra en la fiscalía. La justicia se tuerce según la narrativa más popular, no según los hechos probados. Es el nuevo juicio público, donde el trending topic vale más que la prueba legal. 

Si la Fiscalía se convierte en instrumento de venganza o protección política, entonces nos espera nada bueno, donde pronto no quedará diferencia entre el juzgado y una campaña electoral. ¡La espada del poder!

Domingo, 29 de Junio del 2025
Diario Correo

Rostros nuevos, errores viejos