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¿Será el fin de la izquierda peruana?

Yo creo que no. A penas el parlamento acababa de vacar del cargo de presidente Constitucional a Pedro Castillo, algunos representantes de la derecha peruana se abrazaban de alegría, se tomaban selfis e incluso con lágrimas en los ojos festejaban que el nuevo “leproso de la política” dejaría el cargo para nunca volver.

Es cierto que Pedro Castillo nunca dio talla como mandatario, tampoco su equipo político que lo acompañó tuvo las agallas y visión política para enfrentar, en términos políticos e ideológicos, a una derecha de aires de aristocracia que se niega a aceptar que Lima, en cada proceso electoral, pierde el control político a nivel nacional. Desde los cerros de Lima, la capital peruana tiene otro rostro social y anhela tener su propia voz política. El maestro chotano significaba ese propósito político. ¿Dina Boloarte tendrá esa herencia social?    

Los rezagos de colores ideológicos de la izquierda peruana tendrán que lamerse las heridas por algún tiempo post vacancia de Pedro Castillo. Aunque, el electorado peruano no tiene una clara identificación ideológica, sin embargo, por los errores o latrocinios cometidos tendrán que esperar algunos años para que vuelvan a aparecer en la platea electoral.

Si la derecha peruana cree que ganó la guerra ideológica, se equivoca. Se habrá ganado una batalla, pero los extremos ideológicos se mantendrán en vigencia en tanto exista desigualdad social. ¿Cuál será el mejor camino ideológico para salir de la pobreza?

Y, mientras en el Perú la economía se mantiene sólida ante la crisis política, la reconstrucción política en nuestro país merece especial atención, es menester en no dejar pasar por alto las reformas electorales que se necesitan. Las décadas pasadas, en la política peruana, nunca fueron de las mil maravillas, tampoco los peruanos vivían en un paraíso como para pensar que todo tiempo pasado fue mejor. ¡Feliz navidad!

Domingo, 25 de diciembre del 2022

La distancia política desde Lima  

La distancia que separa ricos y pobres, entre la capital y las provincias del Perú, en términos económicos, salud, educación y empleo son todavía algunas de las grandes deudas sociales que los políticos tienen para con la población del interior del país. Es una realidad paralela y explosiva  que servirá de terreno fértil para discursos populistas.

Pedro Castillo dejó el cargo como mandatario, pero es posible que el próximo en ganar las elecciones presidenciales provenga desde fuera de Lima porque los electores no sienten o ya no quieren ser representados por alguien que les genera distancia política y social.

No es casualidad la convulsión social después de la vacancia presidencial de Pedro Castillo. Aunque las élites limeñas pensaron que al morir el perro, moría la rabia. Y, al margen de condenar todos los actos delictivos de algunos manifestantes y lamentar las muertes, no podemos ignorar a un gran sector de la población que exige adelanto de elecciones porque no se sienten a gusto con Dina Boluarte.

¿Adelanto de elecciones con las mismas reglas? No. Porque no serviría de mucho. La política peruana necesita algunas reformas electorales como fortalecer las  elecciones primarias que fue suspendido en dos ocasiones por el Congreso, el cual hubiera evitado el desfile de demasiados candidatos presidenciales, gobernadores o alcaldes.

Renovación a la mitad del mandato congresal (cinco años para un congresista es mucho tiempo). El parlamento necesita oxigenarse a la mitad del período presidencial. Los  congresistas tienen altos niveles de rechazo, entre otras cosas por el tiempo que permanecen en el cargo en un país con altas brechas sociales. Por último, permitir la reelección parlamentaria y también para gobernadores y alcaldes porque su eliminación no dio resultado, al contrario pareciera que llegan al poder político para aprovecharse con todo lo que se pueda.

Domingo, 18 de diciembre del 2022

El ocaso de Pedro Castillo

La aventura política de Pedro Castillo duró muy poco. Finalmente, el mismo presidente Castillo terminó por dispararse a los pies al anunciar un fallido golpe de Estado al propio estilo de Alberto Fujimori en 1992, con lo cual, él mismo aceleró su proceso de vacancia. La diferencia es que Fujimori tenía muy buena aprobación presidencial y contaba con respaldo de las fuerzas armadas y policiales e incluso de un sector del sistema de medios.  

Pedro Castillo navegó con altos niveles en desaprobación presidencial (70% de rechazo) durante casi todo el breve tiempo que duró su mandato, desde el 28 de julio del 2021. Los lideres políticos de Perú Libre que emergieron junto a él nunca comprendieron la realidad política. Es decir, encontraron un país polarizado y altamente fragmentado en términos políticos que necesitaba unidad, pero se prefirió dividir aún más a los peruanos. 

El maestro chotano nunca comprendió que tenía una base electoral que no llegaba al 20% que es lo que obtuvo en primera vuelta, en el 2021. Es cierto que ganó la presidencia a Keiko Fujimori en segunda vuelta con poco más de cuarenta mil votos en donde los peruanos tuvieron que acudir obligatoriamente a las urnas a emitir un voto en medio del desconcierto.

No obstante, los políticos que ganaron el gobierno nunca comprendieron que tenían a casi el 80% de los peruanos que no compartían con sus ideales políticos e ideológicos. La política y sobre todo los políticos necesitaban construir consensos y desperdiciaron esa oportunidad.  

Y, si la suerte de Pedro Castillo terminó con más penas que glorias, por estos días, la mirada de la opinión pública se centra en lo que hará la flamante presidenta Dina Boluarte, y desde luego, también en el actuar de un parlamento con 80% de rechazo. De hecho, la necesidad de adelanto de elecciones es el mensaje que más esperan los peruanos y, de no hacerlo, no se necesita ser adivino para advertir más descontento social en las calles.

Domingo, 11 de diciembre del 2022  

Lo que no mata, te hace más fuerte

El presidente Pedro Castillo enfrentará una tercera moción de vacancia presidencial en lo que va de su mandato que comenzó en julio del 2021. Desde la vuelta a la democracia, en 1980, prácticamente todos los gobernantes terminaron con procesos judiciales e incluso en prisión a excepción de Fernando Belaunde. Y, al parecer, el presidente Castillo correrá por la misma suerte al dejar el gobierno, ya sea por vacancia o al término de su mandato.

Pareciera que en Palacio de Gobierno ronda la sensualidad de un fantasma con aroma a corrupción que atrae la mirada de los mandatarios y sus entornos más cercanos como fue el caso de Alan García (I y II), Alejandro Toledo, Ollanta Humala, PPK y Martín Vizcarra quienes terminaron con auspiciosos procesos judiciales.

La última solicitud de vacancia en contra del presidente Castillo fue presentada con el respaldo de 73 congresistas firmantes que representan a diferentes agrupaciones políticas. Sin embargo, para lograr que Pedro Castillo deje el cargo como gobernante se requiere la votación de 87 parlamentarios. Para que prospere el desafuero presidencial todavía se necesita un número de votos relativamente alto para un parlamento altamente fragmentado.

Es posible que el gobierno de Castillo tiene un moderado optimismo político porque la oposición no cuenta y no logrará sumar los votos necesarios para la vacancia, sin embargo, como suele suceder en cualquier atmosfera política las lealtades pasan a un segundo orden cuando es más fuerte los intereses particulares.

Existen dos escenarios posibles: si prospera la vacancia presidencial, el parlamento sobrevivirá con respiración artificial ante los ojos de rechazo de la opinión pública, y en caso de fracasar, el presidente Pedro Castillo podría salir favorecido porque todo ataque de alguien con mayor desaprobación o descredito favorece al atacado. ¡Lo que no mata, te hace más fuerte!

Domingo, 04 de diciembre del 2022