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¿Antauro Humala es una amenaza política?

El líder etnocacerista Antauro Humala estuvo de paso en la provincia de Huancayo. Sin duda, su visita levanta pasiones y obedece a motivaciones políticas con la finalidad de recorrer la mayor cantidad de provincias al interior del país. La estrategia es clara, necesitan ganar tiempo para futuros procesos electorales.

No obstante, la familia Humala y lo que queda de rezagos de activistas políticos ya conocen como organizar una campaña electoral e incluso como llegar al gobierno central, y en esta circunstancia el tiempo juega a su favor. Mientras lideres de otras tendencias ideológicas juegan al cálculo político para ver con que partido o movimiento participar, Antauro Humala ya recorre el país y su nivel de posicionamiento va ganando espacio.

¿Es natural que un político como Antauro Humala levante pasiones en algunos sectores del electorado peruano? La respuesta es sí. No es para menos. El líder etnocacerista salió de prisión después de diecisiete años acusado de homicidio y rebelión militar en el “Andahuaylaso” durante el gobierno de Alejandro Toledo.

¿Es Antauro Humala una amenaza para la democracia? Es posible. Sin embargo, lo mismo se dijo de Donal Trump quien ganó la presidencia en Estados Unidos y es altamente probable que retorne a gobernar. En Brasil, el presidente Jair Bolsonaro también por poco consigue su reelección presidencial. Y, ambos políticos tuvieron como enemigos a casi la totalidad de la prensa y clase política.

¿La gente se volvió loca para elegir políticos antisistema? Nada de eso. En su momento, lo fue Alberto Fujimori quien derrotó a Vargas Llosa. La gente antes, durante y después de la pandemia ya desconfiaba abrumadoramente de los políticos, es decir, en cada proceso electoral voltea la mirada para entregar su confianza ciudadana a cualquiera que se le cruce en su camino y poco le importa si está o no preparado para el cargo. Algo de eso ya sucedió con el payaso “Tiririta” que ganó un escaño parlamentario en Brasil y la verdad no lo hizo tan mal.

Domingo, 20 de noviembre del 2022

Las obras no son amores

El 13 de noviembre, se celebra el aniversario del distrito de El Tambo, en la región Junín. El distrito donde se vive mejor según sus actuales autoridades es un referente en densidad poblacional, y por ende, la importancia de su devenir político.

Las políticas públicas implementadas por sus gobernantes de turno tuvieron y tienen impacto en la opinión pública en la provincia de Huancayo. Sin embargo, es curioso que la mayoría de sus exgobernantes compiten por cuantificar quienes realizaron más obras.

En las últimas décadas, el país tuvo un importante incremento en su  recaudación tributaria y en consecuencia aumentaron los ingresos para los gobiernos locales a nivel nacional. El problema es que las obras, a diferencia del pasado, tienen que ejecutarse luego de un proceso de inversión pública y no al antojo del alcalde.

A pesar del proceso burocrático para ejecutar obras públicas, los gobernantes junto a sus  funcionarios se las ingenian para encontrar atajos técnicos para direccionar sus promesas de campaña. ¡Obras son amores!

En la actualidad, los gobernantes no solamente están obligados a cumplir con sus promesas de campaña (obras), sino también a convencer (comunicación) a la gente que realizan un buen trabajo. De no hacerlo, el camino a la desaprobación de gestión pública estará a la vuelta de la esquina.

Lo más difícil será convencer a la población  que se realiza un buen trabajo. Las políticas públicas tendrán voz propia como fue el caso de las ciclo vías, en la ciudad de Huancayo, que visibilizaron el real caudal electoral del partido de gobierno (Perú Libre) en las últimas elecciones municipales.

Es cierto que los gobernantes gestionan más presupuesto para obras. Eso está muy bien. El problema es que la población tiene una lectura diferente del trabajo de sus autoridades. A más obras, no necesariamente hay mayor respaldo político.

Domingo, 13 de noviembre del 2022

¿Dónde está el espíritu de la tribu?

La llamada de la tribu, es el título que  Mario Vargas Llosa puso a uno de sus ensayos que escribió, hace algunos años, y que de alguna manera, el autor intenta explicar los contrastes de su visión política liberal.

Sin embargo, en esta ocasión no pretendo explicar los alcances de tal enfoque de visión política. Lo que intentaremos es describir el contraste del espíritu de las tribus sociales que salieron a las calles para protestar en contra del gobierno de Pedro Castillo.

Los críticos a los manifestantes sostienen que las  convocatorias no son masivas porque los que lideran las marchas son políticos  tradicionales. Y, la gente ya está cansada de ver a los mismos de siempre, lo cual, es altamente posible.

Las manifestaciones que se organizan los fines de semana son impulsadas por diferentes colectivos sociales, y desde luego, los más activistas parecen ser personajes políticos con algún propósito electoral. Lo cual no debería llamar la atención porque hacer política es activismo puro.

La diferencia con movilizaciones promovidas por sectores afines a alguna variante de la izquierda peruana es que tales convocatorias se organizaban indistintamente sin coincidencias en horarios de fines de semana. La espontaneidad vale mucho en política.

¿Dónde queda el espíritu de la tribu? Las tribus sociales se movilizan a través del inconsciente colectivo cuando sientan que existe una causa común para movilizarse. Los conciertos de música o las barras en el fútbol son un ejemplo.

Las movilizaciones que suceden en Lima tienen más contundencia y convocatoria mediática porque Pedro Castillo nunca conquistó al electorado limeño. Algo muy diferente acurre en el interior del país donde las convocatorias no son multitudinarias. En el espíritu de la tribu, el ser humano desaparece para ser absorbido por la masa. Vivimos en una sociedad moderna que es una sociedad de masas, y quizás lista para ser formada cual arcilla moldeable.

Domingo, 06 de noviembre del 2022

La política normaliza la corrupción

Según reportes de la Defensoría del Pueblo, trece gobernadores regionales recientemente electos tienen procesos por presuntos delitos de corrupción. Es decir, más de la mitad de los flamantes gobernantes, que ya fueron elegidos, tendrán que desfilar por pasillos de audiencias judiciales. Y eso que falta todavía definir la segunda vuelta para saber cuántos en total tienen o tendrán problemas con la justicia.

¿A caso la política peruana se acostumbró a convivir con la corrupción? ¿Es posible que los electores normalizan la corrupción? La percepción de la población es que ocho de cada diez peruanos consideran que los políticos son corruptos, y lo particular es que a pesar de esa mochila pesada igual los eligen mediante elección popular como lo que sucedió con el último proceso electoral.

Por consiguiente, no sorprenderá que luego de juramentar al cargo como nuevos gobernantes y debido a su ineficacia de gestión comenzará el proceso en desaprobación y, de hecho, en el corto tiempo, la confirmación de la sospecha de que la motivación de los políticos para llegar al poder fue para administrar circunstancias pasajeras y si se puede o quiere intentar dar soluciones a los problemas de la población.  

¿La política como botín? Si la vieja forma de hacer política era la consigna que copar el Estado con el carnet partidario, en tiempos de redes sociales tales errores o delitos son observados en cualquier momento. Entre otras cosas, debido al poder comunicacional cada vez más horizontal de las redes sociales los gobernantes tienen poco margen para ocultar sus maniobras de corrupción. ¿A caso no es lo que le sucede a Pedro Castillo?

Sin embargo, muy a pesar de los indicios de corrupción que enfrenta el gobierno del presidente Pedro Castillo, a la población parece no importarle mucho, por lo menos, es lo que refleja la última encuesta de Ipsos Perú donde la aprobación presidencial subió de 23 a 26% entre setiembre y octubre.

Domingo, 30 de octubre del 2022