Inicio Blog Página 6

La batalla de la cibermilitancia 

El 2025 será un año decisivo para la estabilidad democrática del Perú. Elegiremos a un nuevo presidente, un Congreso renovado con diputados y senadores, y posteriormente a gobernadores, alcaldes y regidores. En medio de esta nueva batalla electoral que surgirá, surge un concepto ignorado por los políticos: la cibermilitancia. ¡La batalla de la cibermilitancia!

La cibermilitancia no debe ser considerado como algo accidental donde se puede o se quiere, es una necesidad estratégica y no moda tecnológica. El terreno de batalla política ha cambiado. Las calles, antes tomadas por caravanas y mítines masivos, hoy son sustituidas por timelines, podcasts y transmisiones en vivo. 

El activismo tradicional, con banderolas y megáfonos pierde impacto frente a los algoritmos digitales. El nuevo elector no quiere reuniones partidarias ni pasacalles que paralicen el tránsito. Quiere información rápida en su teléfono móvil de manera clara. 

Muchos políticos aún no han comprendido el poder de la cibermilitancia y continúan con fórmulas de la vieja política, creen que un mitin en un parque equivale a conexión con el ciudadano. Quizás no se dan cuenta que los debates están en TikTok, y que un podcast bien producido tiene más impacto y que ya desplaza a cabinas de radio y televisión.  

Sin embargo, existe un reto digital que va más allá de solo estar en redes sociales. La cibermilitancia no es llenar Facebook con fotos de campaña. La idea es construir comunidades digitales que debatan con personas reales y no con trolls. No se trata de contratar a jóvenes para que compartan publicaciones. Se trata de formar militantes digitales que crean, comprendan y difundan convicciones. 

La apatía política es consecuencia de un modelo que ya no responde a la nueva sociedad. La cibermilitancia puede ser el puente para reconectar con una ciudadanía cansada, escéptica pero no indiferente. Porque, aunque los políticos se alejen del pueblo, la gente se comunica a través de memes y comentarios en redes. ¡La batalla de la cibermilitancia!

Domingo, 15 de junio del 2025
Diario Correo

Hipoteca política

Hipoteca política

Es claro que, en política como en los negocios, no hay lonche gratis. Cada apoyo, cada financiamiento económico o cada respaldo mediático es una inversión con cierta expectativa de retorno. Así como en el sistema financiero una hipoteca implica una garantía que respalda un préstamo, en la política si se entregan favores se esperan beneficios. El problema surge, cuando no se cumple con lo pactado y aparece la “hipoteca política”.

La reciente pelea entre Donald Trump y Elon Musk es un ejemplo de hipoteca política. Durante la campaña electoral del 2024 en Estados Unidos, el multimillonario apoyó abierta y furibundamente a Trump, tanto con su imagen personal y millones de dólares. Fue una relación de conveniencia que ayudó a Trump a suavizar su imagen y reconquistar la Casa Blanca. Pero como toda hipoteca, las notificaciones y reclamos aparecen cuando hay incumplimiento de pago.

La amistad convenida se deterioró rápidamente y los ataques no tardaron en llegar. Musk acusó a Trump de estar vinculado a oscuros expedientes judiciales, mientras que el mandatario respondió el ataque con amenazas directas a los negocios del empresario dueño de Tesla (Autos eléctricos y Tuiter). Lo que fue un acuerdo político terminó en una guerra a través de redes sociales.

Durante una campaña electoral, los políticos se ven tentados a aceptar apoyo de quien sea con tal de ganar, incluso están dispuestos a dar la mano a Dios y al diablo al mismo tiempo. Sin embargo, como en todo préstamo, llega un momento en el que hay que pagar. Y si hay incumplimiento de pago, el que prestó no perdonará.

Por otro lado, los empresarios, deben comprender que el poder político no se maneja como una empresa. No basta con invertir para controlar y esperar retorno de inversión ya que los políticos tienen su propia agenda y sus propias lealtades.

En política no hay «lonche» gratis, y cada favor se convierte en una factura que, tarde o temprano deberá cancelarse. Cuando un político firma una “hipoteca política” debe estar dispuesto a pagar, incluso si ese precio es la traición.

Domingo, 8 de junio del 2025
Diario Correo

El ego y vanidad política

El ego y vanidad política

Las campañas electorales ya comenzaron y parece que se convertirán en un desfile de egos, donde cada candidato buscará ganar notoriedad antes que comunicar, y quizás cámaras y micrófonos antes que empatía. Con más de 40 agrupaciones políticas en carrera para las elecciones presidencial del 2026, lo que viene no será debate de ideas programáticas, sino una batalla de protagonismos, en la que muchos pretenden ser escuchados sin tener nada real que decir. ¡El ego y vanidad política!

Phillip Butters, es un conductor de radio y televisión que ha anunciado su intención de postular a la presidencia. Butters representa un estilo irreverente y confrontacional en nuestra política para tener tribuna política. Trabajar durante años ante una cámara o un micrófono no es sinónimo de saber gobernar, y mucho menos de saber escuchar. Su estilo de confrontación, más cercano al monólogo que al diálogo, podría tener audiencia, pero no necesariamente respaldo electoral porque también se necesita musculo político.

En política, como en la vida, hablar solo de uno mismo es la mejor manera de perder atención de nuestro interlocutor. Imaginemos una cita en la que alguien se dedica a presumir de sus logros sin interesarse por la opinión de su acompañante. Lo más probable es que la conversación acabe pronto, y con mal recuerdo. Lo mismo ocurre entre candidatos y ciudadanos: si el político no muestra interés por lo que preocupa a la gente, este simplemente no lo escuchará.

Y es que el gran error de muchos candidatos que suponen que comunicar es solo informar, cuando en realidad comunicar es conectar y convivencia. Es escuchar tanto como hablar, comprender tanto como exponer. En la campaña del 2021, candidatos como Rafael López Aliaga o Hernando de Soto tuvieron fuerte presencia en medios de comunicación, pero fue Pedro Castillo, sin mayor presencia en medios, quien logró conectar con sus electores lo que otros no vieron o despreciaron.

El ego y vanidad política, ese afán por ser aplaudido, genera una distancia innecesaria que aleja al ciudadano. Porque quien solo se escucha a sí mismo, jamás podrá representar a otros. Los electores no buscan superhéroes mediáticos o intelectuales altamente preparados, sino personas dispuestas a hablar menos y escuchar más. ¡El ego y vanidad política!

Domingo, 1 de junio del 2025
Diario Correo

EL voto rebelde desafía a las encuestas

El voto rebelde desafía las encuestas

En nuestro país, en los últimos procesos electorales aparece una constante que se repite coincidentemente: los candidatos que lideran las encuestas, a pocos meses de las elecciones, casi nunca ganan. En las elecciones del 2021, George Forsyth, el exarquero convertido en político lideró por algún tiempo las preferencias, luego se desinfló estrepitosamente. Lo mismo ocurrió con Yonhy Lescano, cuya campaña parecía encaminada al triunfo, pero resultó todo lo contrario.

El triunfador fue un hombre que hasta entonces parecía irrelevante y pintoresco para el electorado, Pedro Castillo ganó por un estrecho margen. ¿Las encuestas se equivocaron? ¿Manipulación mediática? ¿Un electorado inestable e impredecible? Son varias interrogantes que merecen análisis en la opinión pública.

Una posible explicación y cómoda para los analistas políticos es que las encuestas no predicen el futuro. Son herramientas que sirven para tener una lectura del presente, detectar tendencias y ajustar la estrategia. Si los políticos quieren adivinar el futuro les resultaría menos costoso consultar en un advino para que le lea las cartas.

En un análisis académico, hay un fenómeno social que sigue desconcertando a muchos: el efecto «underdog», esa inclinación por el candidato o agrupación política que va abajo en las encuestas, como si el electorado peruano, hastiado de la clase política tradicional, encontrara una especie de alivio emocional al rebelarse en contra de los favoritos.

Y, quizás no es casualidad que muchos de los que lideraron las encuestas terminaran derrotados. Alejandro Toledo en 2011, Keiko Fujimori en 2016 y 2021, y recientemente Forsyth y Lescano. Todos ellos representaron, en su momento, una supuesta opción segura o una cara nueva.

Sin embargo, la seguridad o una cara nueva rara vez seduce a un país en constante crisis política y económica. Pareciera que en el Perú es lo inesperado, lo que nadie vio venir a un votante silencioso, desconfiado, que decide en los últimos días y lo hace en contra de las tendencias motivado por su malestar, su hartazgo y su rabia contenida.

Domingo, 25 de junio del 2025
Diario Correo