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El poder político del Congreso

El poder, según Aristóteles, es uno de los pilares fundamentales para alcanzar la felicidad de la gente, junto a la riqueza y amistades. En el Perú, el Congreso se ha convertido en un foco de atención constante debido a lo que hacen y dejan de hacer. Con una desaprobación del 85% donde ocho de cada diez peruanos no aprueban su trabajo, pero parece que esto no afecta a los parlamentarios mientras los intereses sigan en dirección correcta de favores políticos. ¡El poder político del Congreso!

¿Cuál es el verdadero poder político del Congreso? Tienen tres funciones principales: legislar, fiscalizar y representar. En teoría, estas funciones deberían guiar sus acciones hacia el bienestar común, pero la realidad muestra que los intereses particulares prevalecen.

El Congreso peruano, al igual que otros parlamentos en el mundo, tiene la capacidad de aprobar leyes que favorecen a determinados grupos de interés. Sin embargo, la aprobación de una ley depende de la obtención de votos necesarios, y estos votos se negocian en un complejo intercambio de favores. La ideología y los principios han quedado relegados; ya no son los motores de la política. Desde la caída del Muro de Berlín en 1989, la bipolaridad ideológica mundial se ha diluido, y con ello, la política ha dejado de centrarse en criterios de conciencia ideológica.

La proliferación de partidos políticos en el Perú es abrumadora. Para las elecciones presidenciales de 2026, se espera la participación de más de 40 partidos. Esta fragmentación sugiere que la real motivación no es ganar la presidencia, sino asegurar escaños en el Congreso para obtener beneficios particulares. La estrategia parece ser usar el poder legislativo como un escudo contra sanciones políticas y como una herramienta para promover leyes con intereses específicos.

Max Weber, sociólogo alemán, argumentaba que el verdadero poder en la sociedad moderna reside en la burocracia y la administración pública. Este concepto se manifiesta claramente en nuestros días, donde el poder se ejerce para mantener cuotas de poder personal. ¿Lo dudan? Miremos qué partidos políticos sin ideología definida tienen varios lustros en el parlamento.

La alta desaprobación del parlamento refleja la desilusión y desconfianza de los peruanos hacia sus representantes. El Congreso está atrapado en una paradoja de poder donde la aprobación de leyes y fiscalización se ven supeditadas a negociaciones políticas y beneficios particulares.

Domingo, 28 de julio del 2024

Alberto Fujimori candidato presidencial

Alberto Fujimori candidato presidencial

Los peruanos son testigos de la resiliencia del fujimorismo, una marca política que ha logrado mantenerse vigente a lo largo de varias décadas. Esta vez, la noticia de Alberto Fujimori como candidato presidencial, anunciada por su hija Keiko Fujimori, ha generado una oleada de reacciones entre políticos, periodistas y ciudadanos. ¿Qué motiva estas declaraciones? La respuesta parece ser una táctica política: lanzar un globo de ensayo para medir la respuesta del público.

El anuncio de la posibilidad de la candidatura de Alberto Fujimori, aunque polémico, no es sorprendente si se analiza bajo el lente de estrategia política. Como bien señalaba el sociólogo argentino Manuel Mora y Araujo en su libro “El poder de la conversación”, el objetivo de cualquier tema político es que forme parte de la conversación cotidiana de la gente. Si no se logra este cometido, su impacto es limitado. Es precisamente esta capacidad de generar conversación, ya sea a favor o en contra, lo que el fujimorismo ha buscado al colocar nuevamente a Alberto Fujimori en el centro del debate público.

Esta táctica tiene un componente pragmático: medir las reacciones del electorado. Al poner sobre la mesa un tema tan controversial, el fujimorismo puede evaluar las percepciones y emociones de la gente, obteniendo datos valiosos para tomar decisiones.

Sin embargo, la realidad política es dinámica y cambiante. Nada es permanente como decía Heráclito de Éfeso. La pregunta que surge es si los peruanos están dispuestos a regresar al pasado y apostar por un político que ya supera los 80 años. La nostalgia y el deseo pueden influir en militantes y simpatizantes, pero no necesariamente en la gente que está fuera de la política inquieta de renovación y cambio.

Alberto Fujimori como candidato presidencial, aunque sea como un globo de ensayo, evidencia la capacidad del fujimorismo para mantenerse relevante como un tema de conversación y buscar una estrategia política. El fujimorismo se prepara para un cuarto intento de postular una candidatura presidencial y solo el tiempo y los peruanos darán la respuesta.

Domingo, 21 de julio del 2024   

La victimización del fujimorismo

La victimización del fujimorismo

La historia está llena de ejemplos de políticos que han utilizado situaciones adversas a su favor, convirtiéndose en víctimas para ganar simpatía y apoyo popular. Un ejemplo de esta estrategia es el de Adolfo Hitler en la Alemania de los años 20. Tras su fallido golpe de estado en 1923, Hitler aprovechó su juicio como una plataforma para promocionar su agenda política y su imagen como líder perseguido. Esta estrategia de victimización fue crucial en su ascenso al poder, para luego ser nombrado como canciller. ¡La victimización del fujimorismo!

La habilidad para convertir la adversidad en una ventaja política fue el caso de Alan García en Perú. A pesar de las acusaciones y críticas que enfrentó durante su primer mandato, García logró reinventarse y ser reelegido presidente, demostró capacidad para manejar la percepción pública y utilizar los ataques en su contra como un medio para fortalecerse.

En la actualidad, el juicio a Keiko Fujimori presenta un escenario en el que la victimización del fujimorismo podría jugar un papel crucial. Desde su participación en las elecciones presidenciales de 2011, 2016 y 2021, Keiko ha sido una figura polarizadora en la política peruana, enfrentó acusaciones y ya estuvo en prisión de mamera preventiva. Sin embargo, si las acusaciones de la fiscalía no logran sostenerse y el juez no dicta una sentencia condenatoria, Keiko y su partido podrían beneficiarse de la percepción de ser perseguidos injustamente.

La pregunta central es: ¿Por qué la victimización puede ser una estrategia efectiva en política y otras circunstancias de la vida? La respuesta radica en la naturaleza emocional del comportamiento humano. La gente tiende a solidarizarse con quienes percibe como víctimas, no con los agresores. Esta solidaridad instintiva puede traducirse en apoyo político.

La política es un juego de percepciones, y solo algunos políticos hábiles pueden aprovechar esta circunstancia a su favor. La capacidad de victimizarse frente a los ataques no solo desarma a los opositores, sino que también fortalece el vínculo emocional con la población. En el caso de Keiko Fujimori, el desenlace de su juicio podría darle un nuevo impulso en su carrera rumbo a la presidencia producto de la victimización del fujimorismo.

Domingo, 14 de julio del 2024

Gobierno bien, pero los medios no me quieren

Gobierno bien, pero los medios no me quieren

En la era de la información, la competencia entre las redes sociales y los medios de comunicación tradicionales como la radio, televisión y los diarios ha aumentado la cantidad de información que llega al público. Hoy, la agenda de lo que hacen o dejan de hacer los gobernantes tiene mucha más visibilidad que en años anteriores. Sin embargo, este aumento de canales de información no ha resultado en una mejora en la percepción pública del gobierno de la presidenta Dina Boluarte, cuya desaprobación supera el 90%.

La presidenta peruana lleva más de 90 días sin dialogar con la prensa. Este enfoque ha sido respaldado por el premier Gustavo Adrianzén y los ministros de Transportes, Raúl Pérez Reyes, y Agricultura, Ángel Manero Campos, quienes han defendido esta falta de diálogo como un estilo de gobierno, asegurando que en algún momento habrá un encuentro directo con los periodistas. Esta actitud, consciente o no, erosiona la legitimidad política del gobierno.

Dejar de lado la comunicación es un grave error para cualquier gobernante. Y, confiar en la intuición para manejar las comunicaciones es una mala señal que desvirtúa cualquier estrategia política. Cada acción de gobierno es un acto de comunicación que será valorado positiva o negativamente por la población.

En varias ocasiones, he escuchado a gobernantes, incluida la presidenta Boluarte, quejarse de que «gobierno bien, pero los medios no me quieren» y no difunden las acciones de sus gobiernos. Este tipo de declaraciones son insensatas. Si los medios de comunicación no incomodan a los regímenes, es una cuestión de relaciones públicas, no de gestión gubernamental.

La comunicación no es algo opcional para un gobernante. La gestión de comunicarse con la población es tan crucial como la misma estrategia política, más aún cuando un gobierno está constantemente bajo el escrutinio público. La opinión de la gente, ya sea a favor o en contra, se basa en percepciones e información que circulan en su entorno.

La falta de comunicación directa y transparente con la prensa y la población crea un vacío que se llena con especulaciones y desinformación, agravando la desaprobación y el rechazo hacia el gobierno. ¡Gobierno bien, pero los medios no me quieren!

Domingo, 07 de julio del 2024