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Sensualidad política desde Palacio de Gobierno

Ganar una elección popular lleva consigo una enorme responsabilidad, especialmente por la necesidad de cumplir con gran parte de lo que se promete durante la campaña electoral, y sobre todo, para gobernar con una visión general y no solamente para quienes pertenecen al partido de gobierno.

Sin embargo, adquirir el poder para gobernar también conlleva tentaciones con diferentes características que en muchas ocasiones son imposibles de contener por los seres humanos que rodean a los que ganaron una elección. Muy cerca al poder político se encuentran los familiares en primera línea como son los esposos, hijos, hermanos, sobrinos y luego están las amistades de ocasión que aparecieron durante la campaña electoral.

Lo que sucede al presidente Pedro Castillo es propio de la naturaleza humana y la sensualidad de poder político que los convoca. El hecho de que la hermana de la esposa del presidente Castillo se presente para prometer la ejecución de obras es una muestra de cómo operan los atajos burocráticos a costa de la influencia política para realizar proyectos de inversión pública al interior del país.

Las extrañas circunstancias del relativo éxito empresarial de la hermana de la esposa del presidente no es exclusividad de la pareja presidencial. En los gobiernos regionales y municipales, en todo el Perú, también hubo y hay familiares de gobernantes que cedieron a la tentación del poder político y hoy pagan las consecuencias de su osadía al afrontar largos procesos penales por corrupción de funcionarios.

El caso de aprovechamiento político para beneficio propio de los que rodean a políticos que ganan una elección como lo que ocurre a Pedro Castillo no será la última evidencia de corrupción de funcionarios. Sin embargo, mientras los gobernantes no reparen en tener cuidado al dar la mano a familiares o personajes que se acercan a la hora de gobernar siempre habrá la posibilidad de tentación de ceder ante la sensualidad del poder político.

Domingo, 10 de julio del 2022

Desmarque político

Una de las características políticas de los gobiernos de Pedro Pablo Kuczynski (PPK), Martín Vizcarra y Pedro Castillo es que todos ellos ganaron la elección presidencial sin una sólida bancada parlamentaria que los ayude a gobernar o en todo caso contener los ataques de la oposición.

PPK fue prácticamente obligado a renunciar antes que el parlamento lo vacara al cargo que había jurado; en el caso de Vizcarra, fueron los propios parlamentarios que remplazaron a sus antecesores los que consiguieron 87 votos para sacarlo del cargo. Tener en el congreso una sólida mayoría parlamentaria, de alguna manera, garantiza cierta estabilidad política a un gobierno en cualquier país del mundo que vive en democracia.

El presidente Pedro Castillo fue invitado a renunciar a la militancia del partido de Perú Libre. Para la dirigencia del lápiz, las razones de la invitación a renuncia fue que el presidente estaba lejos de las aspiraciones de su ideario político. Lo concreto es que Castillo queda expuesto y sin un sólido músculo político que sirva de muro de contención parlamentaria para futuras solicitudes de vacancia presidencial.

¿Qué gana Perú Libre con la renuncia de Pedro Castrillo? La dirigencia de Perú Libre plantea un desmarque político ante la eventualidad de una vacancia presidencial que no parece estar muy lejos. Fernando Belaunde, Alan García I y II, Alejandro Toledo, Ollanta Humala y PPK después de sus periodos de gobierno, sus respectivos partidos políticos terminaron en escombros electorales.

Si la constante política presidencial es que los líderes políticos y sus partidos de gobierno terminan con altos índices en desgaste político que perjudica la continuidad de la vida partidaria. Es decir, para qué insistir en un liderazgo como el de Pedro Castillo que tiene más del 70% en desaprobación y está a punto de ser vacado. Es mejor un desmarque político y oportuno que no arrastre al abismo electoral en las próximas elecciones regionales y municipales.

Domingo, 03 de julio del 2022

Antipatía política y su consecuencia

Para los políticos que hacen oposición al gobierno de Pedo Castillo les debe llamar la atención porqué el resto de ciudadanos no comparten sus preocupaciones para salir a las calles y manifestarse en contra del gobierno. La población no sale masivamente a las convocatorias a pesar de la inflación económica o los altos índices en desaprobación presidencial que supera el 70%.

Las movilizaciones que se organizan en contra del gobierno central incluso son auspiciadas y anunciadas algunos medios de comunicación. Y, sobre todo, son los políticos que creen que al salir en los medios de comunicación será suficiente para tener eco en el inconsciente colectivo de la ciudadanía.

A pesar del apalancamiento mediático para la organización de las diferentes movilizaciones, de fin de semana, resulta que no lograron una amplia convocatoria que paralice la ciudad o al país. Y, claro que no es lo mismo que un gremio de transportistas o agricultores convoque a una paralización general. En ese caso, cambian los reflejos políticos. ¿Qué es lo que ocurre? ¿Es acaso que la idea de que las cosas cambien o mejoren solo es preocupación de algunos políticos de oposición?

A la gente no le importa mucho los problemas de los políticos. En la última encuesta de Ipsos, para el mes de junio, cuando se preguntó a los encuestados si estaba enterado o había oído hablar de la denuncia que se habría entregado una coima al ex Ministro de Transportes Juan Silva y que vincularía directamente a Pedro Castillo; la respuesta fue que el 50% de los entrevistados no estaban enterados.  

Y, sobre la pregunta que si creían que el presidente debería renunciar o debería continuar en el gobierno hasta concluir su mandato en el 2026; la respuesta fue que el 36% opinó que sí debería gobernar hasta el 2026. La consecuencia de la antipatía política, en el futuro, es que cualquier ciudadano puede irrumpir y llegar a gobernar.

Domingo, 26 de junio del 2022

Predictibilidad política

La selección peruana de fútbol quedó fuera del mundial y con ella también queda lejos la distracción emocional que probablemente el gobierno anhelaba para establecer un discurso de unión entre peruanos, y así subirse a la ola mediática que el trabajo en equipo todo lo puede.

Las acciones políticas de pan y circo puede resultar en un contexto de normalidad, sin embargo, no es el caso que respira el ambiente político de los peruanos. El precio de los combustibles cuesta el doble de hace un año y la canasta familiar comienza a desesperar mientras que el gobierno nacional aún no encuentra una ruta estratégica con cierta dosis de gobernabilidad.

Los índices en desaprobación del presidente Pedro Castillo son los más altos en Latinoamérica con 76%. La clasificación al mundial de fútbol pudo ser un componente para ganar tiempo en la percepción ciudadana que está sumergida en un hartazgo político.

En países donde se sabe más del nombre y vida de los futbolistas o estrellas de televisión que de los ministros de Estado que gobiernan y administran los recursos, cualquier detonante es posible en la vida política de una nación. La predictibilidad política se vuelve poco efectiva. 

No hay clasificación de fútbol. La inflación ingresa por la puerta y la esperanza de un buen gobierno sale por la ventana de los hogares peruanos. La delincuencia se vuelve pan de cada día en la esfera mediática, mientras el presidente Pedro Castillo mira de reojo esa preocupación tan igual o peor que al sector agrario.

Todo esto nos lleva a una conclusión: por cuánto tiempo más los peruanos contemplarán al gobierno de Pedro Castillo que va de la mano con un parlamento que tampoco quiere irse a su casa. Por ahora, parece que el único horizonte visible es el cerco judicial que le respira en la nuca a  Pedro Castillo.

Domingo, 19 de junio del 2022