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El impacto de realidad política

En recientes declaraciones de prensa, algunos políticos de Perú Libre e incluso el propio Vladimir Cerrón señalaron que nunca imaginaron con ganar las elecciones presidenciales. El globo de ensayo que representó Pedro Castillo solamente tenía como objetivo pasar la valla electoral. Sin embargo, algo cambió en las circunstancias políticas que terminaron con el triunfo electoral. ¿Por qué ganó el maestro chotano? ¿Los peruanos respaldan ampliamente la ideología que representa Perú Libre?

Y, tal como era previsible, la candidatura de Keiko Fujimori nunca logró conectar con los electores que aún desconfían de ella junto a su entorno político. La desaprobación o desconfianza al fujimorismo fue muy alta que superaba el 60%, pero la falta visión nubló apetitos políticos y la derecha se dividió. ¿Qué ocurrió? ¿Por qué Keiko Fujimori después de dos derrotas presidenciales perdió una vez más?

Tanto el triunfo de Pedro Castillo como la tercera derrota de Keiko Fujimori tienen su explicación en la propia realidad de la política peruana. Las características sociodemográficas del interior del país y de Lima tienen una propia identidad política y social; esa interpretación fue comprendida de manera parcial. Hace años que el voto de Lima no es igual al de provincias. ¡Lima no es todo el Perú!

Es muy probable que, así como la realidad política orientó el resultado electoral, de la misma manera, Pedro Castillo está obligado a gobernar en base a la realidad. La pasión electoral terminó con el triunfo. Una explicación del silencio presidencial, es porque tiene una mirada provinciana de cautela en una ciudad que no tolera su sombrero, sus gestos como gobernante, pero tendrá que acostumbrarse porque así es la democracia donde no siempre gana el que nosotros queremos.

Domingo, 26 de setiembre del 2021
Diario Correo – Huancayo

Las balas pasaron cerca

Las últimas cifras de aprobación presidencial publicadas por empresas encuestadoras (Ipsos, Datum y CPI) dan cuenta que la desaprobación que podría tener el gobierno, al parecer, no son tan catastróficas como para pensar que vamos directo  a un callejón sin salida, con vacancia incluida, del actual gobierno del presidente Pedro Castillo.

Pareciera que todas las criticas al gobierno, desde su juramentación, no tuvieron el efecto esperado por políticos de oposición. Aunque, el presidente Pedro Castillo no goza de la aprobación que tuvieron Alejandro Toledo, Alan García y Ollanta Humala a tres meses de iniciar su gobierno donde superaban el 60% de simpatía. Mientras la oposición habría esperado una mayor desaprobación presidencial para ir a la yugular, por ahora, tienen que conformarse con que el suelo no parece estar muy pantanoso.

¿Qué es lo que ocurre para que el gobierno no tenga una peor desaprobación? Existen varios factores. Un factor es que todavía se mantiene el romance electoral con la población. ¿Cuánto tiempo durará? No lo sabemos.

No obstante, la derecha peruana perdió las elecciones presidenciales, del 2021, sin embargo, parece que aún no asimilan. Tienen mucho por trabajar y dar muestras de cambio, modernidad política y alternancia en el poder al interior de sus partidos. Construir un fortín político no solamente es atacar (que tampoco es insultar), desde los medios de comunicación, por las metidas de pata del gobierno.

La ciudadanía espera más de los políticos del oficialismo y de oposición. Por ahora, con todo el desbarajuste económico las balas pasaron cerca, y parece que no hay un rechazo abrumador hacia el gobierno del presidente con el sombrero chotano que utiliza como símbolo político.

Domingo, 19 de setiembre del 2024

La sangre derramada por Sendero Luminoso

Es imposible no hablar, por estos días, de lo que significó el genocidio demencial provocado por Abimael Guzmán con Sendero Luminoso. Las nuevas generaciones deben saber que existió o existe aún, un grupo ideologizado de corte marxista – leninista que se alzó en armas para destruir el Estado en la década de los ochenta. Sendero Luminoso no logró su objetivo de llegar al poder, pero un pueblo que no conoce la verdad de su historia puede volver a pasar por los mismos errores. ¡La sangre derramada por Sendero Luminoso!

Las huestes terroristas de Sendero Luminoso fueron responsables del asesinato de miles de ciudadanos entre civiles, militares y políticos. La denominada guerra popular del campo a la ciudad, al mismo estilo de Mao Tse Tung, fue en nombre de la lucha de clases. Para Abimael Guzmán, la revolución China (1949) fue una fuente de inspiración revolucionaria porque, en Perú, no había una clase proletaria tal como si lo hubo en Rusia con Vladimir Lenin (1917).   

¿Cuánto perdió nuestro país en términos de desarrollo social y económico? ¿Cuánto perdió nuestro país con lágrimas derramadas por miles de inocentes? ¿Cuánto perdió nuestro país por la desesperación que llegó al nivel de estrés demencial de las fuerzas del orden que tenían la responsabilidad de defender la democracia para luego lograr que las víctimas fueron los culpables?

En fin, después de una guerra suelen aparecer las voces para explicar cómo pudo hacerse mejor las cosas, pero la diferencia es que se juzga desde la comodidad de un espacio y tiempo después. La sangre derramada por Sendero Luminosa jamás será olvidada por los peruanos. El comienzo y final de una historia lo escriben los vencedores de una guerra. ¿Habrá llegado el final de la guerra ideológica contra el pensamiento Gonzalo?  ¿Sendero Luminoso fue derrotado ideológicamente?

Domingo, 12 de agosto de 2021
Diario Correo – Huancayo 

Alberto Fujimori candidato presidencial

Entre el cambio y promesas políticas

El discurso político que enarbola el cambio fue utilizado prácticamente por la totalidad de políticos desde la vuelta a la democracia en 1980. Al parecer, la búsqueda de lo nuevo como alternancia a las promesas incumplidas es lo que mueve en una dirección u otra el sentido del voto del elector peruano.

Alan García I (1985) antagonizó a Fernando Belaunde. Alberto Fujimori incluso puso el nombre de Cambio 90 a su partido político para apelar un nuevo rumbo. Luego apareció Alejandro Toledo con su propuesta de más trabajo en tiempos de recesión económica. Alan García II (2006) utilizó como slogan “El cambio responsable” para conquistar a un elector que aún desconfiaba de él. 

Ollanta Humala (2011) supo aprovechar vacíos que dejó el gobierno de Alan García, y con mucho tino se puso el polo blanco para según él hacer la diferencia. Pedro Pablo Kuczynski (2016) incluso se atrevió a colocar las iniciales de su nombre para su partido político “Peruanos por el Kambio – PPK”. De hecho, su preocupación se centró en la forma y no en el contenido. PPK nunca logró construir un musculo político como muro de contención política. 

En el caso del presidente Pedro Castillo utilizó muy bien algunos símbolos como el sombrero y el lápiz para diferenciarse con la promesa de no más pobres en un país rico. No obstante, su campaña electoral también enarboló al cambio. Por consiguiente, si la ciudadanía no percibe el cumplimiento de las promesas de campaña; el maestro chotano puede terminar tal como la suerte política de sus antecesores elegidos democráticamente.

Sin embargo, lo que exponen como propuesta de gobierno es incertidumbre (política y económica) entre apetitos por el poder. No solamente están obligados a cumplir lo prometido, sino algo muy difícil que es convencer que realmente intentan hacer un bueno gobierno.

Domingo, 5 de setiembre de 2021
Diario Correo – Huancayo