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¿Amor al chancho o a los chicharrones?


El 2018 será un año electoral (municipal y regional). Y se despierta con ello la inquietud de algunos ciudadanos de servir al país, según ellos, movidos por su vocación de servicio y solidaridad. Y tal parece, que entre ellos también participarán varios periodistas deseosos de ingresar al terreno pantanoso de la política.

No lo sé porque lo hacen, pero deberían saber que al salir de un escenario político como en el caso peruano, sus posibilidades de éxito son casi nulas. Algunos saldrán desprestigiados y acusados de incompetencia y peor aún, señalados como corruptos. ¿Si el alma humana podría ser visible, quizás podríamos identificar sus verdaderas motivaciones? En todo caso, veamos a sus ojos y sabremos lo que su alma encubre.

Es cierto, los emprendedores lo arriesgan todo por sus emprendimientos para conseguir el éxito. Pero cómo entender entonces tales propósitos de ingresar a la política si se avista en un horizonte incierto de fracaso y desprestigio.

¿El poder o el dinero? Muchos políticos, aparentemente prefieren el poder al valor material que consiguen a través del dinero. Sin embargo, el poder no es eterno, y lo saben bien porque es efímero y tiene un final. Tal vez, será por esa razón que la desesperación no tanto sea por el poder de hacer las cosas en el marco de una visión de desarrollo, sino por el alojo de un sentimiento ególatra. También es posible que el valor monetario sea más fuerte que lograr el bien común. ¿Amor al chancho o a los chicharrones?

Domingo, 16 de abril de 2017

Viejas tácticas políticas


Los últimos acontecimientos políticos en el continente (Venezuela y Paraguay), nos recuerdan los diversos entretelones de ajuste político que la historia data. Y claro, se aprende mucho de ello, especialmente para analizar de qué manera los políticos de izquierda o derecha se aprovecharon de la democracia para direccionar y legitimar sus intereses subalternos.

En Paraguay, cientos de manifestantes irrumpieron en el parlamento para dejarlo en cenizas en protesta por la pretensión del presidente, Horacio Cartes, de reformar la Constitución para permitir la reelección y así poder continuar en el poder.

En Venezuela, el Chavismo hoy representado por Nicolás Maduro, valiéndose de su poder trasladó poderes extraordinarios del Parlamento al Tribunal Supremo de Justicia en materia penal, militar, económica, social, política y civil. Algo insólito en el mundo.

Esto me recuerda lo que el Führer (Adolf Hitler), realizó en complicidad con sus parlamentarios en la Alemania Nazi de 1930. En esos años, orquestaron reiteradas elecciones generales para conseguir gradualmente mayoría parlamentaria. Los nazis, teniendo el predominio del congreso, forzaron al presidente, Paul Von Hindenburg, a compartir el poder para luego designar a su líder como canciller. Ya en el poder y subrepticiamente, Hitler, logró obtener facultades extraordinarias en el parlamento para trasladar poderes del presidente al canciller. De ahí, fue el comienzo del fin de algo que ya todos conocemos.

Domingo, 02 de abril de 2017

 

¿Control a medios de comunicación?


Es cierto, vamos en dirección a una sociedad que se hace cada vez más libre y global, y por ende, más compleja de interpretar o gobernar. El desarrollo de nuevas tecnologías de información y comunicación de la mano con el “periodismo ciudadano”, mueven constantemente el epicentro del poder mediático y político.

El fujimorismo, pretende atraer reflectores con su iniciativa legislativa por lo cual se anhela, según ellos, garantizar el derecho a la información, volviéndola “objetiva y veraz, plural y oportuna de la sociedad”. El proyecto de ley, contempla que estarían imposibilitados de ser directores periodísticos, editores o productores e incluso no podrán ser miembros del directorio, accionistas o gerente general de un medio de comunicación, todo aquel que tenga una sentencia firme o condena por delitos de corrupción en contra del Estado.

Para algunos defensores del “status quo” mediático, semejante iniciativa puede ser considerado como un total despropósito. Sin embargo, nunca puede estar demás el traer a debate el rol de los medios de comunicación y su incidencia.

Vivimos en un país en donde cualquier persona sin mayor oficio conocido puede al día siguiente volverse periodista y estar el frente de un medio de comunicación. Muchos de ellos de respetable opinión, pero otros utilizan los micrófonos, las pantallas de televisión o publicaciones impresas para difamar o incluso llegar a la extorsión (siempre hay incautos que caen). De la nobleza periodística ni el asomo. Constitucionalmente tenemos libertad de expresión, pero no podemos dejar que el libertinaje periodístico se convierta en un “hampa mediático”.

Domingo, 26 de marzo de 2017

Hipocresía de crecimiento económico


El ser humano es migrante por naturaleza, el hecho de conocer nuevos lugares dejan de ser solamente un viaje de paseo para convertirse en un nuevo horizonte y asentamiento para sus familias. Durante décadas, miles de peruanos se fueron principalmente desde el Ande a la Costa, en busca de prosperidad, y al no encontrar la tierra prometida de industrialización y modernidad con suficiente trabajo, optaron por el auto empleo (emprendimiento).

Miles de ellos, hoy están en desgracia material, pero estoy seguro que no decaerán en sus esperanzas de forjar un futuro diferente para sus hijos. No obstante, esa migrante fuerza laboral contribuyó progresivamente a que nuestro país alcanzara indicadores de crecimiento económico sostenido. El Perú creció económicamente en promedio entre 5% y 6% anual, son cifras oficiales que se dan en los últimos quince años.

Sin embargo, en las últimas semanas la furia de la naturaleza arremetió y desbordó varios ríos en Lima, con lo cual se encargó de poner al descubierto cualquier exceso de triunfalismo económico y expuso nuestra precariedad estructural de desarrollo. Se espera que con la inyección económica y declaratoria de emergencia desde el gobierno central se coadyuve a los más de 72 mil damnificados.

Por otro lado, sí es cierto, tienen bastante asidero lo que afirma el docente universitario, Walter Rey Navarro en su libro, “Crecimiento no es desarrollo” (Salud – Educación). Necesitamos poner al ser humano por encima de la inversión, ya sea al capital que viene desde el Estado o del privado.

Domingo, 19 de marzo de 2017