Érase una vez un príncipe que vivía encerrado en una torre, según su carcelero, su propio padre el rey, la providencia le había advertido que un día tendría un hijo y que este terminaría con su reinado.
Años después, el rey, en claro reto al destino decide dormir a su hijo el príncipe y le da libertad para que gobierne su reino. El príncipe “Segismundo” ya en el trono, saca a relucir lo que todos temían, la soberbia y tiranía fue su actuar, amenazó con dar muerte a los culpables de su desdicha y para demostrar su poder, lanza desde el balcón a uno de sus criados, solo porque este se atrevió a contradecirlo.
Basto solo un día para el rey compruebe la advertencia, es entonces que ordena que se vuelva a dormir a su hijo para que retorne a su encierro, pues había demostrado ser un tirano y cruel como gobernante.
El príncipe Segismundo, ya de vuelta en su encierro, despierta y reflexiona que el poder es efímero, pasajero y transitorio, que al día siguiente de su reinado estaba de vuelta y que todo lo vivido fue tan solo como un sueño de un día.
La obra de Calderón de la Barca “La vida es sueño”, podría recordar a los políticos que el poder es pasajero, lejos de espetar venganza y persecución a sus adversarios o antecesores con denuncias para el aplauso, deberían de informar y trabajar en objetivos y metas a necesidades que la población urge.
Realizar una “Audiencia de la verdad” de la actual gestión regional de Junín demuestra distracción, quizás tenga algún efecto pero la justicia de Dios o del hombre ya hará lo suyo.
Diario Correo
Domingo, 08 de febrero de 2015