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El fantasma detrás de los votos

Tal como se sospechaba, la conformación del flamante Congreso es de alta fragmentación política, cosa que seguramente dificultará a la hora ponerse de acuerdo en temas sensibles como la reforma política, judicial, blindaje parlamentario (habrá por lo menos de dos Congresistas) o la renovación de los miembros del Tribunal Constitucional que ya tienen vencido su periodo de trabajo.

En el caso de la región Junín, sucede algo parecido. El fantasma de los votos nulos y blancos, en suma es cerca al 20% del total de votos emitidos. Mientras que el partido con su candidato más votado, apenas supera el 10%. Es todo un reto recuperar la confianza de un electorado que cada vez más rechaza y desconfía de los políticos.

Con tanta fragmentación política, la posibilidad de lograr consensos ya no es opcional, se vuelve una obligación política. Porque si cada quien trabajará individualmente, sin tener una agenda común en beneficio de los grandes problemas de la población, la consecuencia será el rechazo y otra vez tomará fuerza, “que se vayan todos”, porque además muchos de ellos prometieron de todo.

Que los festejos de hoy no se conviertan en episodios efímeros. Al margen de sus intereses políticos personales, esperemos que los parlamentarios ya elegidos lo comprendan de esa manera. Porque de lo contrario, el fantasma detrás de los votos (blancos y nulos) que recorre el Perú, puede tomar más fuerza y salir a las calles en las próximas elecciones.

Domingo, 02 de febrero de 2020

Relevo parlamentario

De confirmarse la tendencia electoral de las últimas semanas, Acción Popular, el Fujimorismo y Alianza Para el Progreso volverán a tener presencia en el próximo parlamento. El partido Morado, Somos Perú, el APRA, Frente Amplio, entre otros, también obtendrán representación. Pero no habrá una marcada bancada parlamentaria que respalde al gobierno o que se oponga a todo.

La nueva conformación política no será de agrado del gobierno, porque esos partidos nunca no fueron caja de resonancia del Ejecutivo. Fueron todo lo contrario. Algunos movimientos políticos nuevos, también obtendrán espacio pero su proceso de aprendizaje todavía tomará algún tiempo. Habrá nuevos rostros, pero en pocas semanas volverán a ser etiquetados como el peor de los Congresos, porque entre otras cosas, no cumplirán con sus promesas.

La población, en su momento, aplaudió la disolución del Congreso auspiciada desde el gobierno y un “sistema de medios”, que ya había sido herido por la “Ley Mulder”, cuyo principal “misil” fue reducir la inversión publicitaria desde el Estado. El atrevimiento resultó caro para los políticos, el gobierno se hizo aliado del “sistema de medios” y disolvió el parlamento.

El día de hoy, se elegirá a nuevos representantes. Lo bueno es que permitió visibilizar a muchos jóvenes que se atrevieron a mirar en la ventana de la política e intentaron ingresar a ella. No deberían desanimarse, independientemente del color político o extremo ideológico que representan, la personalidad política se construye con el tiempo. No acaba en un proceso electoral. Al contrario, es el comienzo.

Domingo, 26 de enero de 2020

“Seudoacontecimientos” en política

Seguramente, en una campaña electoral usted vio la atención mediática que el sistema de medios cubrió sobre algunos episodios anecdóticos que sucedieron como; arrodillarse en un debate, la entrega de un jabón a un adversario, una exhibición de box o incluso, endilgar frases de acrimonia a cuanto rival se tiene en frente para según los propios candidatos debilitarán a sus contrincantes.

La mayoría de esos actos con excesiva “dosis de emocionalidad” no contribuye a lo que la gente reclama durante décadas a la política y especialmente a los políticos. Claro, los actos intencionados publicitariamente atraen la atención
como una burbuja comunicacional, pero eso es todo, es de corto tiempo. No ayuda, tampoco sirve a la política. Recordemos a los que hicieron el ridículo en su paso por la política y terminaron sin pena ni gloria.

Sin embargo, es cierto que la comunicación es emocional y sobre todo, la comunicación política es “hiperemocional”. Empero, hacer política, es mirar el futuro, ordenar el horizonte programático de manera racional, analizando variables que realmente le sirva a la gente. Temas como inseguridad ciudadana, corrupción o violencia de género pasan a un segundo plano por el exceso de “seudoacontecimientos”.

Luego comienzan los problemas al momento de obtener el triunfo. Los hechos anecdóticos de show mediático que aparecieron en campaña o si ya se está en gobierno como PPK, que junto a sus ministros realizaron ejercicios en el patio
de la casa de gobierno que finalmente no sirvió de nada al momento de tener a modo de defensa un muro de contención política de largo aliento.

Domingo, 19 de enero de 2020

Dios ciega al que quiere perder

Podemos simpatizar o no con, Alan García (AGP), pero valga su experiencia política para los que quieren aprender de los vericuetos de la política pero a través de la narrativa de los que ya la vivieron. “Metamemorias”, es la última publicación que dejó en vida AGP y donde al parecer, ya escribía sus últimas anotaciones y su despido. Tal como escribió al final del libro, “adiós, apristas combatientes (…). No sé qué ocurrirá después, pero sí sé lo que debo hacer…”

Pero de los diferentes temas que aborda, me llamó la atención la manera cómo AGP narra su proceso de notoriedad política que adquiere, lo cual no precisamente fue su carisma y dotes de orador, quizás algo contribuyó, pero hubo mucho más que contribuyeron.

En 1982, el camino al poder se aceleró luego de que en una presentación del entonces Primer Ministro, Manuel Ulloa, Alan García solicitó la palabra pero se la denegaron, y él salió de su escaño y descendió hasta donde estaba el ministro, levantó el dedo y tocó su corbata. “No lo sabía, pero era el país que iba conmigo, los desempleados y las amas de casa”, describía.

Lo curioso fue también que en esos meses, inesperadamente se contactó con él, el hermano de un alto dirigente de Acción Popular, para ofrecerle formar parte de la Comisión Permanente, y que desde ahí, podía solicitar la presencia del ministro en cualquier momento. Era claro que ya se iniciaba una suerte de guerra fría al interior de Acción Popular, el propósito era saber quién sería el sucesor de Fernando Belaunde, podría ser Manuel Ulloa o Alva Orlandini ya después de 1985. “Dios ciega al que quiere perder”, concluía AGP.

Domingo, 12 de enero de 2020