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¿Keiko ganará el 2021?

Es cierto que el ser humano por naturaleza es político. Aún, demostrando apatía o indiferencia ya define una posición política. Sin embargo, desde las ciencias sociales se pueden emitir opiniones particulares en distintas direcciones. Pero algo muy distinto ocurre cuando se analiza de manera sistemática desde los números para comprender algunos comportamientos y tendencias.

Los candidatos, lejos de autodefinirse políticamente deberían realizar un análisis minucioso de cifras electorales para identificar tendencias y así tener el norte estratégico de sus campañas. No todo es entusiasmo y optimismo; que se es joven, mujer, empresario, honesto, tener experiencia o ser la voz del pueblo.

Al revisar los datos electorales del 2016, claramente se observa que en el resultado final de segunda vuelta, sólo un poco más 41 mil votos fue la diferencia entre PPK y Keiko Fujimori que definió la presidencia de la República. Los fujimoristas, declararon posteriormente que “les robaron la elección”, algo que jamás se llegó demostrar.

El fujimorismo arrasó diferentes regiones como Lima y Junín. En Lima, la suma de la totalidad de sus congresistas elegidos superó más de un millón de votos. En la región Junín superaron los 160 mil votos como partido (colocaron tres parlamentarios). Será muy difícil volver a alcanzar esas cifras históricas por los sucesivos ataques que recibieron y entre ellos, por el desgaste político. Pero sin duda, ya es un interesante colchón electoral, pero creo que la verdadera revancha del fujimorismo podría darse recién en las elecciones presidenciales del 2021.

Domingo, 01 de diciembre de 2019

Innecesaria expectativa política

Con la avalancha o el “huaico” electoral que se avecina, aparecieron desde su zona de confort diferentes personajes con un sin número de promesas para todos los gustos. Aunque creo que la política es para políticos, cada vez más aparecen aventureros que luego terminan decepcionados del terreno minado que resulta ser la política para quienes no conocen sus vaivenes.

Pero como hay que hacer promesas, ahí están. Total, el papel con notas de prensa aguantan todo. Algunos, en su desesperación por hacerse conocidos realizan cualquier acto mediático con la idea simplista que la gente valorará su notoriedad en tan poco tiempo. La política es una construcción recíproca de confianza entre el político y la población. El puro optimismo de principiante no sirve de mucho.

Hay quienes proponen sin mucho análisis; la eliminación de la “inmunidad parlamentaria”, “reducción de sueldo de Congresista”, “nueva Constitución”, “Asamblea Constituyente”, “cambio de modelo económico”, leyes a favor de cuanto tema les salga al paso a sugerencia de cortesanos políticos que nunca faltan para sugerir al oído del candidato.

Cuando hay una excesiva promesa electoral, se genera una innecesaria expectativa política. Lo único que produce es que el electorado aumente su desconfianza hacia los políticos. Debido a eso es que casi en su totalidad los alcaldes terminan con una alta desaprobación y peor aún resultan los parlamentarios. ¿Por qué? Prometen de todo y nunca termina por cumplir la larga lista de promesas.

Domingo, 24 de noviembre de 2019

Inminente percepción

El presidente, Martín Vizcarra realizó recientemente declaraciones en el sentido de que los peruanos deberían elegir a los mejores. Ello, en alusión las próximas elecciones generales para elegir a nuevos representantes al parlamento. ¿Lucía de La Cruz, Mariela Sanetti, Robert Muños, Percy Olivares en caso de ser elegidos serán los mejores?

Lo que es mejor para algunos, no necesariamente es lo mismo para otros. ¿Por qué? Porque son nuestras percepciones lo que las define. En política como en otras disciplinas donde la complejidad del ser humano interactúa, es nuestra percepción que inclina el lado de la balanza, pero pocas veces es lo racional.

Quizás por exigir una valoración emocional entre lo bueno y lo malo; o entre me gusta y no me gusta, escalamos a una montaña sin fin. A un péndulo vicioso de insatisfacción. Deberíamos aprender a comprender y aceptar a los seres humanos tal como los contextos socio cultural y político así lo presentan y representan.

Desterremos de nuestras vidas que la violencia sea la partera de la revolución. No puede ser posible que el bloqueo de carreteras, la protesta con saqueo en las calles o la toma de locales sea la vía más rápida para conseguir propósitos políticos. Si queremos vivir en un mundo más civilizado, creo que la política y los objetivos políticos deberían lograrse a partir de la construcción de consensos, escuchando al otro y no imponiendo. Entre los que ganaron y perdieron una elección.

Domingo, 17 de noviembre de 2019

Representación política

En julio de 1989, Mario Vargas Llosa y Ricardo Belmont se reunieron para intercambiar opiniones sobre coyuntura, pero sobre todo, existía un interés del escritor para llegar a un acercamiento político con el carismático conductor de televisión para que pueda representarlo como candidato a la alcaldía de Lima.

Aunque Belmont tenía mucho aprecio por el escritor, se permitió decirle que cometía un error al juntarse con la derecha peruana, representada en ese entonces por el PPC y Acción Popular. La burguesía me desprecia porque hablo en jerga y no soy culto. Pero en cambio, los cholos y negros votarán por mí. No le quitaré los votos al Frente Democrático, sino a la izquierda. Concluía el también empresario. (Son relatos descritos en “El pez en el agua”)

Lo que sucede, es que en un proceso electoral como en el caso peruano no se está en disputa lo aspiracional, no es lo mismo que se busca en una campaña comercial o publicitaria donde hay que vender productos y servicios. La gente busca verse representada en la foto del afiche del candidato. En el próximo proceso electoral para el Congreso, también se buscará un nivel de representación simbólica aunque luego se arrepienta el voluble electorado peruano.

Ya sucedió en 1990 con la campaña presidencial de Vargas Llosa, donde perdió y ganó un desconocido. Alberto Fujimori, Alejandro Toledo, Ollanta Humala, Alan García e incluso PPK fueron parte de ese péndulo político y social. Treinta años después no cambió mucho el Perú. Una campaña al parlamento también traerá algo de ese capricho sociocultural.

Domingo, 10 de noviembre de 2019